Seguramente ya tenemos una elección clara de qué tipo de fuego queremos en nuestra cocina, pero puede ser también que estemos indecisos y queramos saber qué posibilidades tenemos y por cuál decantarnos.
La alimentación de nuestra especie cambió con el descubrimiento del fuego
Un detalle que no puede pasar desapercibido, el fuego cambió el rumbo de la historia de la humanidad. Gracias a ese hecho, ¡hoy en día tenemos cocinas! Pero como vemos, también en este aspecto todo ha evolucionado.
Nos gusta el fuego, pero hemos buscado la practicidad en el asunto, hablando en plata, hemos creado tecnología para que nuestra vida sea más fácil, y trabajar lo menos posible. De esta forma, aparece la vitrocerámica y la inducción, ¿cuál elegir?
Te contamos algunos detalles más.
La cocina de fuego: gas
Los apasionados de la cocina defienden que la tradición y la buena cocina de verdad se consigue con unos fogones de gas.
Controlar el fuego con precisión y rapidez, calentar los recipientes de casi cualquier tipo, y, además, a un precio bastante económico. La cocina de toda la vida con quien seguro ya tienes confianza. ¿Qué inconvenientes tiene? Que se tiene que limpiar. Se ensucia muy fácilmente, de grasa y alimentos que caen y se pegan. Requiere un poquito de dedicación, y, con frecuencia, dejarla en buenas condiciones. Siempre nos quedará el truqui de proteger la superficie con papel de plata, pero digamos que si queremos una cocina con una estética amigable, no sería la mejor solución.
La cocina de vitrocerámica
Su aparición provocó un cambio radical, la primera vez que aparece una alternativa eléctrica para cocinar que únicamente requería para funcionar, poderse enchufar. ¿Qué pasó? Que todas las casas de obra nueva preferían esta elección, porque se eliminaba el coste de tener que hacer toda una infraestructura para conducir el gas natural, y, no nos olvidemos de la carga de tener que transportar bombonas de butano. ¿Inconvenientes?, también tiene, sí, por ejemplo, que calienta la comida, pero le cuesta. ¿Un superbeneficio? Aparte de lo comentado con anterioridad, nos gusta la vitrocerámica porque es muy fácil de limpiar, eso sí, siempre que se mantenga limpia y no se deje acumular los alimentos, aceites, etc. que inevitablemente caen cuando se cocina. También cabe decir que si usamos mucho la rasqueta que existe para rascar la suciedad, con los años, las placas también se deforman, y se estropean.
Cocinas de Inducción
El tipo de cocina que ahora mismo más curiosidad genera. Funciona completamente de forma distinta a las dos mencionadas anteriormente. ¿Por qué motivo? Porque en este caso su uso es a la inversa, lo que se calienta es el recipiente, sin intermediarios. Es decir, no es que haya una fuente de calor en la cual metemos una cazuela que se calienta, sino que es la propia cazuela la que se calienta. ¿Cómo se consigue?, con la tecnología de las placas de inducción, que dentro de ellas contienen un electroimán que emite un campo electromagnético que atraviesa el recipiente que hayas elegido. Sea una paella o una cazuela, se crean corrientes eléctricas en su interior que se expanden como calor. ¿Contras? Su precio es elevado, y la tarifa de la luz también. Respecto al precio de las cocinas de gas, esta es sin duda la más cara. ¿Pros? Podemos calentar alimentos de forma muy rápida, mucho más que las cocinas a gas, son limpias y además, son más fáciles de mantener higiénicas porque la placa de cristal casi no se calienta, solamente el recipiente.
En resumen…
La opción “peor” es la vitrocerámica. Después, la disputa estaría entre la inducción y la cocina de gas, que en resultados es similar, pero a quien le guste cocinar puede defender la cocina de gas, porque permite hacer flameados y jugar con la llama gastronómicamente. Comparando, las cocinas de gas calientan todo el recipiente, y las de inducción la base, y por extensión también el resto, pero ligeramente.
¡Para gustos colores! ¿Tienes claro qué tipo de cocina elegir? ¿Te surgen dudas? Déjanos un comentario con tu opinión, y si tienes alguna duda, te ayudamos a resolverla.